Decir que la educación constituye un medio indispensable para acrecentar el desarrollo de nuestras sociedades nos es simplemente una propuesta, de hecho, para la Organización Internacional para la Inclusión y Calidad Educativa, OIICE, la educación es un proceso propicio que puede nutrir el crecimiento y desenvolvimiento de los pueblos, e incluso elevar sus aspiraciones dentro del competitivo mundo moderno.

Tenemos entonces que tomar en cuenta que la educación como medio para el desarrollo se apoya en principios que dan una dirección más precisa con respecto a un fin primordial del proceso: el desarrollo como mecanismo ideal para la superación.

Podemos decir que el desarrollo educativo y cultural de una comunidad es fundamental en la solidificación de una sociedad sentada sobre las bases democráticas y que la educación es esencial en la formación de individuos solidarios, participativos, productivos y respetuosos. Al sustentar la importancia del desarrollo de una comunidad y el papel del proceso educativo, resulta obvio suponer que ambos conceptos deben estar estrechamente vinculados en una especie de ecuación en la cual el desarrollo corresponde directamente a la educación.

Sobre este aspecto, cabe señalar que recientes transformaciones en lo socio – económico, lo científico – Tecnológico y lo cultural demandan una nueva perspectiva educativa. Una perspectiva tradicional aplicada a la educación, reduciendo drásticamente las posibilidades de adecuación a los cambios. Por tal razón los sistemas educativos deben estar en condiciones de desarrollar competencias que catalicen la comprensión de dichas transformaciones y estimulen la creatividad; en otras palabras la educación no puede estar ajena a las transformaciones en los diversos campos del conocimiento de lo contrario eso sería proporcional a una fosilización cultural.

Además se debe considerar a la educación como un medio para el desarrollo o como un proceso que posibilita al individuo una formación integral, la misma debe concebirse como una responsabilidad social, que conjugue la participación de los sistemas educativos, los medios de comunicación y las diferentes organizaciones sociales no solo a nivel nacional sino también internacional. Esta concatenación de esfuerzos es supuesta a ser una respuesta a la necesidad de alcanzar niveles de excelencia en la cual la educación no esté relegada a convencionalismos sino adaptada a un plano tecnológico dinámico.

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